Con motivo de la presentación de ADN Cerámico el pasado 26 de mayo en el plató de Valencia Capital Mundial de Diseño 2022, el Director del Museo Nacional de Cerámica González Martí, Jaume Coll, director a su vez del Comité Experto de este proyecto, nos hizo llegar el siguiente texto que no pudimos compartir en su totalidad por falta de tiempo.
«
Hoy es un honor haceros llegar sus palabras y su profunda sabiduría sobre el ADN cerámico que nos habita.
Quisiera empezar con una declaración de principios que puede parecer innecesaria:
La cerámica debe estar presente, indudablemente, en la celebración de Valencia World Design Capital 2022 porque, como enuncia la propia denominación del programa, forma parte del ADN de este territorio y de sus gentes.
¿Qué significa que forma parte de nuestro ADN?
El diseño está implícito en la elaboración de cualquier producto realizado para satisfacer necesidades de la humanidad, en el pasado y, desde luego, en el presente, y así seguirá en el futuro.
Existe una indiscutible relación entre forma y función, pero el diseño se ocupa además de otros factores culturales, estéticos, formales, etc. que convierten a ese producto en un elemento semiótico e identitario. Es indiscutible que a lo largo de la historia ha manifestado y singularizado la identidad de esta tierra.
Todo ello está vinculado con otra gran capacidad humana: la creatividad.
El alcance de esta afirmación varía en tanto en cuanto varían las necesidades de la sociedad y los medios de producción disponibles.
El Diseño, tal y como hoy lo entendemos, se plantea desde una sociedad que básicamente se fundamenta en medios de producción industriales para atender a una producción en serie, según el concepto de diseño industrial que surgió en el siglo XIX.
Pero incluso este aspecto está hoy en debate frente a la apertura de mercados emergentes exclusivos y la oferta de productos personalizados. Y con ello volvemos al producto específico, identificador, industrial pero dedicado, cuasi artesanal. Nada nuevo bajo el sol.
En nuestra sociedad, hemos vivido durante siglos cómo la cerámica se ha adaptado para fabricar contenedores para agua o para conservar, cacharros para cocer o para comer. Muestra de ello ha sido nuestra alfarería más elemental: la de la Vall d’Uixó, Chiva, Segorbe, Alaquàs, Agost, Biar, Alcora, Paterna, València, Xàtiva… y muchos otros lugares. También la afamada loza decorada de Manises, Alcora, Ribesalbes, Onda, así como la que se hizo en otros lugares que recoge la historia o que coinciden con los centros de alfarería enunciados.
Su tecnología de producción, su aspecto y su alcance social como producto han variado a los largo de los siglos. Desde los cacharros realizados a mano por mujeres para la casa, hasta su venta en cuanto se formalizó la moneda. A pesar de estos cambios, siempre ha habido una mente y una mano detrás de los productos, y estos se han convertido muchas veces en soluciones universales que trascienden la cultura, el espacio y el tiempo.
Hoy en día entendemos que en el diseño intervienen personas ocupadas en diferentes disciplinas que trabajan en aspectos complementarios para converger en la realización del producto : idea, trazo, técnica, proceso…
Como historiador no dejo de pensar en que esto existió en nuestros talleres ya hace mucho tiempo, y por no extenderme citaré unos antecedentes próximos, de hace sólo 637 años, antecedentes que manifiestan este trabajo cooperativo y que se dio de forma habitual aunque no tengamos mucha constancia escrita de ello.
Manises se había convertido por entonces en un centro artesanal con productos de amplio reconocimiento -la loza dorada- que alcanzaba lugares tan distantes como Moscú, Bergen en Noruega, Sluis en Holanda, Alejandría, Fustat en Egipto, Alushta, Feodosia o Kerch en Crimea…
Juan, Duque de Berry, encarga al príncipe Juan de Aragón, que le envíe a unos “moros” alfareros de Manises y València para hacerle unos azulejos en Poitiers para sus edificios. Debían llevar «las armas y divisas de mi señor» , y por ello el pintor de su corte, Maître Richard, preparó unos pergaminos con los trazos sobre los que realizar unos estarcidos que sirvieran de guía a los pintores ayudantes.
Los azulejos han aparecido en excavaciones arqueológicas por lo que hay testimonios materiales de este hecho histórico. Llevan la flor de lis, ya que el encargo lo hizo el príncipe de Francia, el Cisne y el monograma EV, dibujos y signos en clave jerogífica que permiten reconstruir el motto personal «Our cigne le temps viendra», que ostentó Juan de Berry, alusivo a la recuperación de su dominio sobre la región del ursinato que había perdido frente a los ingleses en 1356.
Pero lo relevante es que esta colaboración entre pintores y alfareros se dio en la cerámica valenciana en Manises con personajes como Pere Compte, arquitecto de la Lonja de Valencia y los azulejos que dibujó para sus estancias, continuó en el siglo XVI con el platero Juan Elíes o el pintor Juan de Juanes, que trazaron motivos para los azulejos del palacio de la Generalitat valenciana de València.
Siguió y se amplió en el siglo XVIII con personajes como Luciano Calado o Luis Domingo en la azulejería de Vicente Navarro de la calle Corona… De otros pintores como Vicente Miralles en las Reales Fábricas de Azulejos de Valencia, que estaban en la calle de las Barcas y Mosén Femares, y muchos otros.
Y qué decir de personajes como Francisco Dasí, el más excelso pintor de azulejos del siglo XIX que trabajó simultáneamente para fabricantes valencianos como Denís de León, Gastaldo, Sebastián Monleón, etc.
La fundación de la Escuela de flores y Ornatos en 1784 en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos tuvo un relevante papel instructor en todos los ramos de la industria, especialmente en la seda y el azulejo.
A ello siguieron otras escuelas, la Escuela de Dibujo aplicado a la cerámica en Manises en 1897, seguida por la de Cerámica en 1916, el «Taller de Cerámica, Vidrieras y sus Aplicaciones» de la Escuela de Artes y Oficios de València, ya en 1914, y en 1925 la Escuela Provincial de Cerámica de Onda.
Finalmente, recordar algunos nombres de personas implicadas en el diseño de cerámica valenciana en el siglo XX: Gaspar Polo Torres, Juan Bautista Alós Peris, Julián de la Herrería, Dionísia Masdeu, Salvador Dalí, Amadeo Gabino,… En fin, toda una historia por escribir.
Con estas breve pincelada vemos que nuestro ADN cerámico viene de lejos y que además, hace ya siglos que cumple con estándares del concepto actual. La industria cerámica de hoy en la Comunitat Valenciana lo asume como una práctica y una necesidad fundamental.
Este es el principal motivo que justifica la creación de esta plataforma de promoción del diseño en cerámica, que visualiza a las personas que trabajan en la creación, la innovación, la artesanía o la industria de la cerámica y difunde su trabajo a escala universal, desde el presente, con herramientas del presente y hacia el futuro.
¡Bienvenido ADN Cerámico al servicio de todos!
Gracias a todos por vuestro apoyo y
¡Viva la cerámica! «